«No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.» (Angela Davis)

Le comenté a mi novio el otro día que entendía más a una mujer en contra del aborto que a un hombre porque los efectos de una sociedad misógina en nuestras maneras de pensar no son difíciles de identificar. Como mujer (blanca, sobre todo) sé que dentro de mí siempre existirá un cierto nivel de misoginia dado a los años que fui sometida a ambientes machistas y los años que pasé sin darme cuenta de cómo estaban manipulando el cómo veía y trataba a otras mujeres, mi versión de feminismo, y hasta mis cualidades más femeninas porque cualquier característica que representara aquello me lo vendían como una debilidad.

No fue hasta hace unos dos o tres años que comencé a sentir orgullo por dichas cualidades, sin decir que todas las mujeres somos iguales o queremos lo mismo, pero el punto del feminismo es aceptarnos a nosotros mismos así como a los demás por nuestras razas, etnias, sexualidades y preferencias. Los seres humanos somos tan complejos que muchas veces dependemos de estereotipos para simplificarnos; desafortunadamente, cuando a esto se le combina con misoginia, prejuicio, violencia e inestabilidad emocional, las realidades de muchas mujeres se convierten en un infierno:

«Es inevitable pensar en mi infancia. Cuando los talibanes tomaron mi ciudad natal en el valle Swat en Pakistán en 2007 y poco después prohibieron que las niñas recibieran educación, escondí mis libros bajo mi largo y grueso chaúl y caminé a la escuela con miedo. Cinco años después, cuando tenía 15 años, los talibanes intentaron matarme por alzar la voz sobre mi derecho a ir a la escuela.»

Malala: Temo por mis hermanas en Afganistán, NYT, 2021
Puedes leer el artículo aquí
Puedes leer el artículo aquí

¿A esto le llamamos «igualdad» en el mundo? Intento no enfocarme en todo a la vez pero en momentos como estos me parece imposible. Sin embargo, lo que escribí arriba sigue siendo cierto: nunca me he sentido tan orgullosa de ser mujer y de no tener miedo a decir lo que pienso. Y como decía, por las razones y eventos ya mencionados, sí entiendo más a una mujer misógina que a un hombre; porque una mujer machista es así por abuso, mientras que un hombre es así porque literalmente no tiene nada mejor que hacer. Los hombres misóginas, aparte de ser una mierda, son muy, muy extraños y si no fuera por todo el estrés emocional que me han causado hasta me darían un poco de lástima.

La misoginia es muy curiosa porque para haber sido originaria de la lógica heterosexual o binaria, se esfuerza un chingo en rechazar a uno de los dos sexos. Osea, si eres hombre machista, ¿no te preguntan seguido si de verdad te gustan las mujeres? ¿Cómo puedes soñar pasar el resto de tu vida con alguien a quién no valoras ni respetas? ¿O será que no quieres estar con una mujer pero esta sociedad te ha hecho pensar que no hay otra opción y proyectas tus frustraciones a través de ese odio y violencia? Food for thought…

He estado leyendo a muchas mujeres que expresan su confusión hacia el feminismo en países como Estados Unidos…¿Para qué necesitamos feminismo aquí? Ya contamos con la mayoría de nuestras libertades…Sí, un simio en oficina puede arrebatarte tus derechos cada que se le antoje, pero no hay necesidad de feminismo. Te pueden violar a ti y a tu hija menor de edad y forzar a parir, pero no hay necesidad de feminismo. OSEA. Entiendo que reconocer el progreso ayuda a alentar más activismo, pero, ¿de verdad crees que es buena idea conformarse ahorita? La lucha contra la ausencia de libertad es la lucha contra la libertad limitada y viceversa.

Deja un comentario