Mi cuerpo, mi decisión

A penas hace un año recuerdo celebrar a mi país de origen, católico por mayoría, al despenalizar el aborto en todos sus estados. Pero no fue sencillo tampoco, ni pacífico, porque una revolución no lo puede ser independientemente de lo que nos hayan enseñado en nuestras clases de historia–muchas veces el cambio exige gritos e iglesias pintadas con nuestro mensaje: Libertad e igualdad para todos. A pesar de esto, existen condiciones que limitan dicha libertad: «En siete [de 32] estados [de México] ya se han realizado estas modificaciones y en ellos las mujeres pueden tener un aborto electivo hasta antes de las 12 semanas de gestación (13 en el caso de Sinaloa), sin tener que dar otra razón más que su voluntad para hacerlo.» (Imelda García, Dallas News).

Podríamos decir que ya es ganancia, y a comparación con lo que está ocurriendo en Estados Unidos, lo es, pero la negación de derechos hacia las mujeres sigue siendo una vergüenza social y un problema global.

Siempre digo lo mismo cuando se trata de este tema: No hay argumento válido, no importa lo que pienses, tus opiniones no valen más que la justicia porque más del 60% de los estadounidenses se encuentran a favor del aborto, pero la decisión la toman unos cuantos que ni siquiera entienden lo que significa ser mujer; o mujeres que ni siquiera corren el riesgo de salir embarazadas; y todos ellos utilizan el mismo razonamiento cristiano que Jesús odia (por cierto) ya que si hay algo en lo que éste último creía y por lo que luchaba intensamente es la libertad…pero supongo se saltaron algunas partes de su libro «favorito», y crearon su propia historia con las dos páginas que leyeron. Saben, los entiendo hasta cierto punto porque me acuerdo cuando era niña le empecé a decir a todo mundo que mi libro favorito era El Gran Gatsby, muchos años antes de haberlo leído; a pesar de no estar familiarizada con esta novela en ese entonces, una prima me habló de ella y de los años veintes romantizando aquella época, y recuerdo que todo lo que quería era pretender que sabía más de lo que entendía. Sonaba «cool» haber leído El Gran Gatsby.

Estoy cansada de ver a «líderes» sin habilidades ni inteligencia tomando decisiones con una negligencia que hace que me hierva la sangre, porque aparte de arrebatarnos nuestros derechos, esto normaliza este comportamiento déspota y abusivo en los hombres. Aún recuerdo cuando un ex me dijo que si salía embarazada y no quería al feto, que simplemente continuara con el embarazo y le diera el bebé a él, porque era su sueño ser papá y era su derecho como el donador de esperma; a lo que yo siempre le contestaba que no era su vientre de alquiler para forzarme a atravesar por un embarazo simplemente porque él quería ser papá.

He encontrado a la mejor persona que he conocido en mi vida, con quién quiero pasar el resto de mis días, pero decisiones como las de ayer me dejan claro que este mundo no es un lugar seguro, especialmente si eres mujer. Y hoy en la mañana hablando con mi novio decidimos que si la situación no cambia, no estamos interesados en traer a un ser humano a este mundo. No sé si todos aquellos defendiendo a fetos estén considerando que es la mayoría de las personas quienes están a favor del aborto, lo cual significa que existen demasiados jóvenes pensando igual que nosotros, muchos jóvenes que se rehusaran a traer más vida a este mundo dado a la injusticia por la que estamos atravesando.

Mis ideologías políticas son bastante sencillas de entender: el gobierno no tiene derecho a decidir por sus ciudadanos, PUNTO. No importa si el tema son las vacunas, el aborto, la religión, la educación, o lo que sea. Nadie en este mundo debería tener suficiente poder para decirle a otra persona qué hacer con su cuerpo o vida; si no están lastimando a otro ser humano con sus acciones, no es tu pex. Y no, por definición biológica, el feto no cabe en esta categoría.

Tus creencias son tuyas, nadie está aquí para validar tu religión o decisiones. No te debo nada por haber nacido mujer, mucho menos casi un año de mi vida y el resto de mi existencia para criar a otro ser humano. Si no estás de acuerdo, te invito a que busques a un psiquiatra local porque te urge explorar ese odio internalizado que sientes hacia las mujeres–no hay otra explicación. La mejor palabra para describir a un hombre obsesionado con penalizar el aborto es…¿«Raro»? Osea, es realmente extraño que te sientas lo suficientemente importante para decirle a la mitad de la población qué hacer con sus cuerpos. Es RARO que te importe tanto, neta.

Mi vida sería mucho más fácil si pudiera ignorar lo que ocurre a mi alrededor, pero desafortunadamente para muchos, esa no soy yo. No me conformo. No lo acepto. Esto a penas empieza.