¿Quieren la respuesta realista? Lo práctico nunca es divertido, pero desafortunadamente los boletos de avión no son nada a comparación de lo que cuesta lo demás. Pero digamos que la estancia, entretenimiento y comidas están incluidas en este trato, entonces elegiría Japón. Hay muchas cosas que me atraen de la cultura y cocina japonesa, y me parece un país increíble para explorar. En realidad, si me pagaran un viaje a cualquier lugar, consideren mis maletas listas–tampoco me pongo los moños, así y ya haya visitado antes.
Quiero ir a varios lugares por diferentes razones, pero de que me he paseado en mis veintes, me he paseado. Este es el segundo año que no voy a México, mi país de origen. Llevo en EU ya 15 años, y he intentado visitar a la ciudad que me vio crecer al menos una vez al año, lo cual era más fácil en Arizona que en Minnesota. El año pasado fue demasiado con nuestra boda, y este año he ido cambiando mi mentalidad hacia las finanzas–mis tarjetas de crédito y cuenta de ahorros necesitan un descanso después de una década de parranda. Desafortunadamente esto significa perderme una boda destino de un amigo y cancelar planes de pasar mi cumple en NYC. Significa no más viajes internacionales cada año.
Justo ayer hablaba con un familiar de México por teléfono, y me comentaba lo mucho que le gustaría verme, y que si se sacara la lotería, me pagaría los vuelos para ir a visitar, pues ella ya no puede viajar. Pero cada vez que alguien menciona el cuesto de los vuelos, siempre pienso, «¡¿y todo lo demás?!». Pienso, «¿y los días en el trabajo? ¿Y el hotel? ¿Y las cervezas/cócteles obligatorias?». Por muchos años nunca le vi el precio a nada, pues para eso estoy joven, los viajes son invaluables, las experiencias se quedan contigo por siempre, algún día a lo mejor ya no pueda…Muy cierto todo, pero deben de existir límites, ¿no?
Lo más cerca que estoy de un viaje a México son las memorias, pues ya cumplo 30 años este diciembre y tengo que tomar control de mis finanzas, construir un futuro, y empezar a tomar otro tipo de riesgos, diferentes a escaparme a Londres por una semana con una amiga; riesgos más enfocados en mi vida profesional (ugh, crecer suena demasiado aburrido a veces).
El verano da ganas de estar en cualquier lugar menos en casa; los inviernos peor. ¿Qué más quisiera de darle la bienvenida a mis treinta entre la mejor arquitectura del mundo, luces y decoraciones navideñas? Pero lo más cerca que estoy de un viaje a La Gran Manzana es volver a empezar Sex and The City cuando se pone en autoplay después del episodio semanal de AJLT (así es, algunas seguimos entregadas al sufrimiento). Algo que me gusta de Sex and The City es la libertad y fluidez con la que estas chicas navegan sus treintas, lo cual no es muy realista (especialmente en NYC), pero no tiene que serlo tampoco pues es una serie de confort. Lo que sí tiene algo de verdad es que a los treinta y tantos a penas empezamos a vivir y tenemos mucho tiempo.
O quizás no. Quizás hoy es el último día de mi vida. Si así es, con toda confianza puedo decir que he vivido plenamente y me arrepiento de poco, y que lo poco de lo que me arrepiento me ha torturado lo suficiente. No me arrepiento de lo que he gastado por visitar amigos y familia que jamás harían lo mismo por mí, pues quería verlos y me gusta poner esfuerzo en todas mis relaciones. Igualmente no me arrepiento de mis límites y de ponerme a mí primero; no me arrepiento de haber llegado a ciertas conclusiones, ni de haber cortado comunicación con quienes no hacían más que demostrarme lo poco que les importaba. No me arrepiento de no permitir ser la pendejita de nadie 🙂
Cambio mi respuesta. Si ganara dos viajes gratis, quisiera ser transferida a mis treintas; quisiera ser transferida a esa versión de mí misma que es más segura, más estable, más…más. Y para el segundo viaje, quisiera regresar al día de ayer, y asegurarle a esa Alma que todo va a estar bien, y que muy pronto podremos agendar todos los viajes que se nos de la gana para ir a ver más lugares increíbles y personas más merecedoras–pues ahora vivimos nuestra vida bajo nuestros propios términos, y esos viajes se disfrutan más.


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