Hay noches que RBD se siente como poesía. El título ha sido inspirado por ese rolón y mi super vintage página de Tumblr que me encontré por ahí…https://www.tumblr.com/serranolikethepepper
He sentido mucha ansiedad últimamente, así que naturalmente decidí comenzar a leer The Bell Jar (La campana de cristal) por Sylvia Plath (luego publicaré mi reseña). Lo único que puedo decir en estos momentos respecto a lo que me ha cautivado de esta novela es que hay hábitos que destruyen y construyen tu vida; sin algunos de ellos no sabría cómo seguir, y con algunos de ellos siento que tengo muy poco control sobre todo a mi alrededor–es curioso como los hábitos pueden utilizarse para bien y para mal, como excusa para mejorar o estancarse. Oh, y sobrevivir por ansiedad es mejor que no.
Decidí hacer dos cosas al empezar esta lectura: 1) refrescar mi memoria acerca de la vida de Sylvia Plath, 2) encontrar este libro de mi clase de literatura feminista para revivir leer algunos clásicos, y el cómo hasta la fecha continuo abusando de mis libros–aunque ya intento no escribir directamente en ellos (estas notas son de hace 10 años, y digamos que trajeron un poco de nostalgia, fastidio y una que otra carcajada a mi día):
Hay días que extraño la universidad inmensamente, y otros en los que me dan ganas de vomitar solo de pensar en tener que estudiar para exámenes finales de nuevo. Pero sí extraño algunas cosas–como estar en un salón de clases lleno de estudiantes con los mismos intereses que tú y listos para colaborar y debatir dichos temas; casi todos mis profesores de la uni fueron sensacionales y una inspiración también, así que definitivamente las circunstancias en las que me encontraba leyendo a Plath, Barnes y Walker no fueron malas en lo absoluto.
Y yo una mujer sonriente.
Solo tengo treinta años.
Y como el gato tengo nueve vidas para morir.
Esta es la Número Tres.
Qué desperdicio
Aniquilar cada década.
Leer acerca de la vida de estas mujeres es fascinante y devastador. Sylvia Plath publicó su primer poema a los 8 años, terminó con su vida cuando a penas tenía 30. Su esposo, Ted Hughes, quien es considerado uno de los mejores poetas de su generación, y de quien estaba separada primordialmente dado a su infidelidad con Assia Wevill, quemó la última libreta de Plath porque no quiso que sus hijos la leyeran. Wevill terminó con su vida y con la de su hija con Hughes en un asesinato suicidio. Nicholas Hughes, el hijo de Sylvia Plath y Ted Hughes, también se quitó su propia vida. «Lady Lazarus» fue escrito en octubre de 1962, a penas unos meses antes de que Plath se suicidara en febrero del año siguiente. «La campana de cristal» fue publicada bajo un pseudónimo días antes del suicidio de Plath.
Seguro que hay cosas que un baño caliente no cura, pero no conozco muchas. Siempre que estoy triste porque me voy a morir, o tan nerviosa que no puedo dormir o enamorada de alguien a quien no veré durante una semana, me hundo y me hundo hasta un punto en que digo: “Voy a darme un baño caliente”.
Yo medito en el baño. El agua tiene que estar muy caliente, tanto que apenas soportes meter el pie. Luego te sumerges, poco a poco, hasta que el agua te llega al cuello.
― Sylvia Plath, La campana de cristal


«Dama Lázaro», enlazando la resurrección de Lázaro en la biblia y los varios intentos de suicidio por Plath, es, paradójicamente, un monólogo acerca de supervivencia y renacimiento. Las mejores analogías son las que duelen más.
He estado leyendo una gran diversidad de opiniones del trabajo de Plath, pues existen muchos lectores que consideran la poesía confesional como compartir versos de un diario personal, y critican el nivel de distinción entre ambos. Quizás soy muy ingenua pero no sabía que el arte tenía que ser independiente de lo que siente el artista. Creo que puede serlo, pero no tiene que serlo, y personalmente me gusta consumir varios ángulos cuando se trata de arte y literatura. No todo lo intolerable por algunos debe hacerse pasable a través de ficción; hay muchas historias que son mejor contadas crudamente.
A veces me gusta pensar en la incomodidad de Hughes que lo llevó a destruir esos escritos de Plath como un símbolo de masculinidad frágil; así como considero a la expresión libre como rebelión. Renacer, sabiendo que otro fin se aproxima, es rebelión también.





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