Ya ni sé. Me la he pasado toda la vida persiguiendo sueños, metas, personas, empleos, cosas materiales, salud mental, y las altas de la vida, hasta llegar al máximo desgaste físico y mental. ¿Qué bien puede venir de quererlo todo si no disfruto lo que ya está aquí? Para mí, tenerlo todo es la habilidad de vivir en el momento lo más posible. Es interesante como los humanos nos consideramos más inteligentes que otros animales, cuando nos podemos pasar toda una eternidad en guerra con nuestra propia mente y ambiciones. Si pudiera despertar un día sin sentir el mundo sobre mí, diría que lo he conseguido todo.

Inauguramos el maratón de White Lotus en nuestro hogar, de hecho estoy viendo un episodio mientras escribo y disfruto de una piña colada (creando el ambiente, ya know?). Lo que me llama más la atención de esta serie son las historias de la gente que, desde la superficie, parece tenerlo todo. Pero desde el primer momento en el que nos sumergimos en sus historias, conversaciones y motivaciones, es fácil admirar lo infelices que son, así y se encuentren de vacaciones en el paraíso. Porque al final del día, ni el all-inclusive más lujoso puede apagar nuestros cerebros–los problemas no desaparecen con un martini en mano y una buena vista, pero al enfocarse por un segundo en el momento, sí podemos olvidarnos del mundo. Sin embargo, para llegar a dicho punto, necesitas recursos. Si esos recursos siempre han estado a tu alcance gracias a riqueza generacional, aprendes a tomar esos atardeceres por sentados y muchos hasta dejan de disfrutarlos. Si te partes la espalda para llegar ahí, a veces el estrés y el trauma igualmente impiden que disfrutes de esos bellos y relajantes momentos. ¿Cuál es el balance perfecto para tenerlo y disfrutarlo todo?

He aprendido que si quiero ser feliz, no puedo tomarme la vida demasiado en serio, porque en realidad nada es tan serio como parece. Las expectativas de tus jefes, tus profesores, tus padres, etc., siempre estarán ahí, pero «el momento» no. No quiero llegar a tenerlo todo sin antes aprender a disfrutar de los placeres más sencillos de la vida. Viéndolo así, digamos que estoy entrenando para cuando lo tenga todo, un atardecer a la vez.

Deja un comentario